El emblemático barrio del sur de Guayaquil intenta resurgir del abandono que ha sentido en sus calles, en la seguridad y áreas verdes
Caminar por sus calles es andar rápido, mirando de un lado a otro y ponerse ‘once’ al sonido de una moto. El Centenario es uno de los pocos barrios de la ciudad que mantiene sus arterias abiertas al tránsito vehicular, que deja a la vista una naturaleza nativa del sector y grandes mansiones, muchas de ellas con rótulos de ‘Se alquila’ o ‘Se vende’.
Es un contraste de esquinas adornadas con grandes macetas y calles adoquinadas deterioradas o bienes públicos sin el adecuado mantenimiento.
Un panorama que muchos residentes buscan cambiar, para recuperar el brillo que tenía el emblemático barrio, cuna del exalcalde Jaime Nebot. “Estamos activando un comité antiguo con familias que vivían desde que inició este barrio; una ciudadela que, estando en el sur, era una de las más privilegiadas. Vamos a tomar medidas para poder vivir en armonía y con tranquilidad”, manifiesta Mauricio Iturralde, quien es uno de los residentes interesados en darle vida al Centenario, al ver el abandono en que ha caído en la última administración.
“Este barrio está muy abandonado, inicialmente estuvo encargado el Cabildo, pero hace cuatro años está abandonado… lamentablemente, no tenemos ni a la policía. Por eso hemos tomado la decisión de reactivar el comité para que se encargue de todo”, reitera Iturralde, al enumerar las acciones que asegura ya han emprendido desde la cuadra donde vive y tiene su clínica. Primero, en seguridad; segundo, en cámaras, y de ahí, en el mantenimiento de un pequeño parque ubicado en las calles 6 de Marzo y José Vicente Trujillo. Lo que, además, los ha obligado a la contratación de un guardia de seguridad, a quien le pagan de su propio bolsillo y para el mantenimiento de jardinería y de la basura que queda regada en las esquinas, asegura. “No se recoge adecuadamente o cuando pasan los chamberos dejan regado”. Las luces son otro problema que tienen en las esquinas. “Los faroles pasan más apagados que encendidos, hemos tenido que poner luz alógena en el parque y en nuestras casas para tener un poquito más de seguridad y no se vea oscuro”, detalla el médico.